La propuesta económica de Thomas Piketty en su último libro: “Capitalismo e Ideología” está siendo saludada por la izquierda española y europea como el Santo Advenimiento. A la crisis del capitalismo global atrapado en la tela de araña de su deuda se une la crisis de la socialdemocracia europea puesta de manifiesto desde la caída del Muro de Berlín y sobre todo con la Globalización de la economía mundial.
Las políticas de Hollande en Francia y de Blair en Reino Unido fracasaron por diversos motivos y enfrentaron al socialismo político a la imposibilidad de responder a las demandas sociales con el único auxilio de la deuda, en el primer caso y al desvanecimiento de la identidad tradicional socialista por el influjo del liberalismo, en el segundo. Ello sumió a los Partidos Socialistas Europeos en una profunda crisis de liderazgo político que se tradujo en una considerable pérdida de electorado y de opciones de poder.
El PSOE de Pedro Sanchez ha conseguido romper esta tendencia por medio de una radicalización frentista del mensaje traducida en una alianza con populistas de izquierda y nacionalistas. Pero a esta deriva política le faltaba un relato ideológico y económico. Y ese papel es el que viene a cubrir Thomas Piketty.
El economista francés diseña una propuesta que se basa fundamentalmente en dos cuestiones: Una reforma Fiscal expropiatoria con un Impuesto del Patrimonio que puede alcanzar tipos del 90 por ciento y una reorganización de las empresas que otorga por decreto la mitad de los puestos de los Consejos de Administración a los trabajadores, con recortes a la propiedad en su capacidad de voto y con propuestas de dilución de la misma en favor de los trabajadores que como accionistas podrían superar ese cincuenta por ciento de representación en los Consejos de Administración consiguiendo el control total de las Compañías.
A esta nueva estrategia política la llama PIketty, “socialismo participativo” o “socialismo descentralizado” para distinguirlo del Socialismo de Estado, del Comunismo en resumidas cuentas.
Piketty rompe también de forma radical con lo que ha sido la socialdemocracia en Europa en los últimos 70 años. Dice que su programa es simplemente una fase más evolucionada de lo que él llama “Socialismo democrático”
Y es que la propuesta de Piketty pretende acabar con la propiedad privada fuente, según señala de toda desigualdad. Para ello propone la superación del Capitalismo y el desarrollo de un Régimen de propiedad social que rompe con la idea socialdemócrata de equilibrio, convivencia y negociación entre capital y trabajo. Piketty habla de “cogestión” pero, en la práctica, sus propuestas expropiatorias del capital y su pérdida de control sobre el gobierno de la empresa en favor de los trabajadores y los sindicatos tiene más parecido con la sovietización de la economía.
El contexto político no es ajeno al surgimiento, justamente ahora, de esta propuesta de Pikettty. El sistema capitalista vive momentos difíciles ahogado por una deuda inmensa y por un estancamiento que muchos empiezan a calificar de secular. La crisis climática va a tener también una incidencia importante sobre el crecimiento. Si a ello le añadimos la revolución tecnológica y su incidencia en el empleo y las disputas entre Estados Unidos y China por la hegemonía mundial, el panorama que se dibuja es todo menos alagüeño.
Es por ello que se hace absolutamente necesario evitar este tipo de derivas ideológicas neomarxistas, asi como las políticas frentistas. Se hace urgente avanzar en el debate académico y político entre liberaismo y socialdemocracia. Daron Acemoglu y James Robinson nos dan alguna pista. En su libro “El Pasillo Estrecho” analizan de forma empírica el comportamiento de distintos países que han conseguido un buen grado de resilencia ante las crisis económicas y políticas conservando la libertad y la prosperidad. Ambos economistas se fijan en el modelo sueco y recuperan algunas ideas del liberal Hayek que propone un equilibrio entre Estado y Mercado. Un “ Estado, un Leviatan encadenado que pueda satisfacer las necesidades de la sociedad y que respete el Mercado; y una Sociedad Civil fuerte que controle y vigile al Estado y a las élites.
Dos caminos distintos el de PIketty y el de Acemoglu-Robinson. El primero, a mi juicio, nos lleva a la ruina y la tiranía y el segundo, más, como siempre, el mas complejo y dificultoso, hacia la prosperidad y la libertad.